—¿Cree usted en los fantasmas?
—Desde luego.
—¿Se ha encontrado con uno alguna vez?
—No, a decir verdad.
—¿No le resulta extraño creer en algo que jamás ha visto?
—Creemos en lo que no vemos. Creemos en dios, pero nunca confesamos nuestra fe en, por ejemplo, los trenes.
—De cualquier manera ¿no le parece que sería conveniente para su reputación alguna vez encontrarse con un fantasma?
—Sería bueno. Sin embargo, se me ocurre que creer debería ser el primer paso para un encuentro eventual.
—Pero usted ya cree en los fantasmas.
—Sin duda. Faltaría ver si ellos creen en mí.

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