—Y, después de su rotundo fracaso ¿sigue teniendo la misma idea de la fe?
—Sí. La fe es un instrumento poderoso.
—Pero ha ayunado por veinte días, ha permanecido en silencio, concentrado y orando, ha cantado alabanzas inentendibles todas las noches, y la montaña no se ha movido un sólo centímetro.
—En lo dicho. Nunca subestime usted la fe de una montaña.

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