Conozco la estrategia: si ella dice "tengo frío" yo podré abrazarla.
Caminamos. La noche se presta. Pero yo no espero, y antes de que ella diga cualquier cosa le doy el abrazo que nadie más le daría. Pasan unos segundos, diez, veinte. Silencio.
Un minuto después ella dice "tengo frío".
